Entre Pesquera de Duero y la vecina Peñafiel encontramos una vía asfaltada, preparada especialmente para cicloturistas, que une estas dos localidades emblemáticas de la Ribera del Duero.
Va siguiendo la carretera VA-101. La ruta nace en el Arco de la antigua puerta del pueblo. En la salida del municipio encontramos el cotarro de San Pedro. Esta loma cuajada de bodegas antiguas, excavadas en la tierra, es una de las joyas del patrimonio municipal y una buena parada donde obtener una bonita estampa de Pesquera.
Ya en ruta, se puede ver en lo más alto de otro cerro unas paredes rocosas con amplias cuevas: es el alto de las Pinzas. Si hoy ya no cobijan ni a los rebaños, durante la Edad Media sirvieron como eremitorios, y en época prerromana -a juzgar por los restos encontrados- estuvieron habitados. Si decidimos subir, además de las vistas del amplio valle, disfrutaremos descubriendo las mil figuras que forman la piedra caliza, las margas y arcillas con la ayuda del agua. Una buena excursión: de las Pinzas a Curiel por la ladera del páramo.
A partir de aquí el paisaje se abre: al fondo los cerros que van desde las Pinzas a Bocos, dejando en medio Curiel con su castillo. Y viñas -muchos bacillares y algún viejo majuelo- que apaciblemente trabajan junto al Duero y producen la uva que luego, lentamente, transformarán las bodegas en vino.
En la llegada a Peñafiel, el camino cruza el Duero por el viejo puente, que ha sido restaurado. Y desde este río nos dirigimos a otro puente, esta vez sobre el río Duratón. Este es un buen lugar para contemplar el paisaje y para intentar pescar algo, pues vemos una pequeña pesquera.
Como remate, podemos descubrir a golpe de pedal los rincones de la villa medieval: Las iglesias mudéjares, la plaza del coso, en barrio de la Judería… y los más osados puede terminar el recorrido con la subida al Castillo, sede del museo provincial del vino.
